jueves, 24 de julio de 2008

Civilizacion o barbarie

Envuelta la humanidad misma, desde épocas ancestrales, en la dicotomía civilización frente a la barbarie, el pensamiento latinoamericano refleja esta inquietud desde sus inicios precisamente por la encrucijada que marca su propia concepción como una civilización surgida de la destrucción de otra, o simplemente como la civilización que nace con la conquista española a pueblos bárbaros.Quizá ahí se encuentra la explicación de esas políticas despreciativas de otros países hacia América Latina, radica pues en una visión influenciada por la equívoca idea de que lo propio es vergonzoso e insalvable, y que la sobre vivencia y la mejoría sólo la garantiza la adopción de modelos extranjeros que aparentemente la conducen al ideal de progreso positivista. El sueño del progreso no hace daño a América en ese sentido, ya que por sí no representan un elemento negativo, lo que hace negativo para los hispanohablantes son los parámetros con los que pretende medirse en función de la vida en otros países y de lo que es prioritario para otras sociedades, lejanas en tradiciones y costumbres a los pueblos que habitan América Latina.Deslumbrados por el modelo de progreso visualizado y construido por Norteamérica, los latinoamericanos –incluidos sus pensadores- como Sarmiento, intentan construir naciones en las que el progreso se sustente en la adopción de hábitos diferentes a los que prevalecen en las costumbres y tradiciones de los pueblos, en los que la calidad de vida y los estándares de bienestar se basan en el consumo de satisfactores construidos por el hombre sin apreciar lo que la naturaleza le brinda.Hoy en un mundo cada vez más occidentalizado y moderno vivimos también el regreso a la conciencia de que los alimentos orgánicos son los más saludables y que la felicidad se encuentra en la armonía con la naturaleza de la que hemos huido con la construcción de grandes ciudades con kilómetros de calles pavimentadas, en las que la energía eléctrica es el gran proveedor de todos los satisfactores en oficinas donde hay gente que puede transcurrir toda una semana sin ver un atardecer o la mañana, por pasar esas horas en un automóvil o encerrados en un espacio reducido en el que desempeña un trabajo.La eterna contradicción de la civilización frente a la barbarie parece entonces no sólo estar asociada a la conciencia de la satisfacción sino ir incluso a aspectos esenciales de lo que es la felicidad para los individuos y cómo conciben su vida en función con el entorno y con las necesidades que le son inventadas por un modelo económico en el que la sobreproducción en masa obliga a la reinvención de necesidades para todos los individuos, en una constante de insatisfacción.La visión de Facundo que logra Sarmiento (1843) no es exclusiva de América Latina, pero en este continente donde las civilizaciones ancestrales aún perduran en las tradiciones de pueblos asentados a todo lo largo de este continente, recordándonos cada día que fueron culturas con historias interrumpidas por un mundo occidental que vio en el descubrimiento de América.